No buscar fuera de mi, el budismo comprometido es el que me transforma, y al hacerlo afecta a todos los que están cerca de mi. Soy impotente de cambiar a nadie, al único que puedo cambiar es a mi mismo y sin embargo al cambiar yo, los demás también cambian, es la gran revolución del budismo. En el budismo hay cinco propósitos que marcan el camino.
No harás daño, ni a ti ni a los demás;
Serás honesto y te dirás verdades;
No quitarás lo que no es tuyo;
Mantendrás relaciones sexuales sanas;
Evitarás tomar sustancias, y otras cosas, que te hagan daño.
Estas cinco guías son las mismos que le digo a mi niño interior y a cualquier niño. Pero a mi yo adulto, con un ego más grande, le cuesta aceptarlas. Para conseguirlo Thich Nhat Hanh nos enseña el camino más corto para quererse, el camino de aumentar el contacto consciente con mi niño interior.
Cuando voy al trabajo ya no voy solo, me acompaña, le acompaño a mi niño interior, entramos en contacto y puedo decirle, yo como adulto, que ya no tiene porque tener miedo de manifestarse como és, ahora nos hemos hecho mayores y puedo cuidarle bien.
Los cinco propósitos no son un esfuerzo en la medida en que voy aprendiendo a quererme, y el principal obstáculo en ese camino es mi ego, y mi aliado para conseguirlo es la humildad, ser consciente de mi impotencia para cambiar a los demás es algo que tengo que aceptar. Solo me puedo cambiar a mi mismo, a los demás no puedo cambiarles, solo puedo amarles.