Duodécimo paso I

Siento que tengo dentro algo que es de valor, no sé cómo llamarlo, podría ser amor, es un sentimiento que me une al resto de las personas. Siento que hay cosas que puedo hacer para mejorar nuestras vidas, no solamente para mejorar el placer de vivir sino ayudar a evitar el sufrimiento. Me veo como un instrumento al servicio de mi Poder Superior, Dios o la Naturaleza. No me siento con ninguna responsabilidad, ni obligación, algo dentro de mí fluye con naturalidad y al buscar el bienestar de otros estoy buscando mi bienestar. Soy consciente de que para estar yo bien tengo que priorizar, anteponiendo las personas que más quiero, mi círculo pequeño primero, otros círculos después. Hay algo que me da tranquilidad, sentir que aunque no logre lo que quiero aceptaré lo que me pase con serenidad; esta aceptación la encuentro en un sentimiento religioso que en mi caso lo percibo en la Naturaleza; tengo la conciencia de que el placer y el sufrimiento forman parte de lo mismo, de mi vida. Mi poder superior, la Naturaleza, no es perfecta, pasan cosas buenas y malas; son en las malas donde más necesito conectar con Dios o la Naturaleza, es cuando necesito aceptar que las cosas malas también son parte de mi vida. No dejar de vivir, de buscar la buena vida, de luchar por ella, de poder derrotarme ante lo que me supera, mis deseos y defectos de carácter, de conocer mis limitaciones, de ser más humilde. Buscando mi buena vida puedo acompañar a otras personas en la búsqueda de su propia buena vida.