El Programa

Desde mi entrada en los grupos en 1991 comienzo a trabajar El Programa.
Me dijeron “No importa lo malo que hayas sido, lo malo que hayas hecho o dicho. A partir de ahora queremos recuperarnos y eso es lo importante”.

Me dicen, “es un programa egoísta, de lo primero que debes ocuparte es de tú recuperación, vienes para recuperarte tú, no para salvar a los más queridos.”
El Programa me dice que soy impotente ante mi problema, que yo solo no puedo, necesito ayuda. Al mejorar yo se produce algo sorprendente, mejoran los demás. Veo mi progreso, que es tan enorme como frágil. Es algo mágico, cuando creo que estoy bien me alejo de la buena vida, cuando busco trabajar El Programa me acerco a ella.

La actitud egoísta que debo mostrar durante mi recuperación debe ir acompañada de una enorme compasión, sentir por mí toda la ternura de la que soy capaz. No se trata de la autocompasión, el sentimiento que más daño me ha hecho con pensamientos del tipo “porqué me pasa a mí esto”, dejar que me maltraten los demás para autocompadecerme; este tipo de pensamientos son autodestructivos. La compasión son pensamientos que se pueden tener hacia la persona que está sufriendo, hacia el niño que hace cosas malas pero le tratamos con cariño, no es la que piensa “que injusta es la vida conmigo o que acepta el mal trato para compadecerse”, la compasión es la que intenta mejorar el estado en el que me encuentro evitando pensamientos de autocompasión; es la que evita hacer daño a otra persona, por compasión.