El Programa. Paso Siete LV

Hoy he vuelto a recaer. Una persona se había comprometido en hacer algo de lo que soy responsable, suponía un esfuerzo, la veo fuera de su lugar, antes de dejarla que se explique mi mirada ya la advierte de mi intransigencia, se ve atacada, se pone a la defensiva, nuestra conversación entra en un estado de conflicto. No me vale tener razón, no me sirve para nada, lo que me acerca a la buena vida es tener relaciones sanas, afectivas. Debería haber esperado a que se explicase. Sufrir, sin decir, sin actuar. Mi impaciencia se ha manifestado cuando antes de dejarle hablar ya lo estaba sentenciando con la mirada. Ahora me toca reparar, colocar otro ladrillo en el muro que nos va separando; otro paso hacia mi soledad. No se trata de qué debe hacer la otra persona, se trata de qué debo hacer yo para no entrar en conflicto, en el enfado, en la impaciencia. La otra persona no es perfecta, tiene sus problemas, sus días malos, no debo basar mis opiniones solo en lo correcto, en lo que yo deseo que se haga, necesito tener empatía, no juzgar sin saber, se trata de mejorar sin conflictos, sino elijo no mejorar. Poder vivir mi vida, bajar mis expectativas, mis deseos, esos que cuanto más grandes son, una vez alcanzados, más grandes volverán a ser, nunca estaría satisfecho, nunca estaría feliz. Derrotarme ante la impaciencia me permite disfrutar de las personas, de las situaciones, de la Naturaleza; me acerca a la buena vida.