Si sufro, si tengo una vida que no me gusta, muy al contrario de perdonar busco culpables de mi sufrimiento. El Programa, en su Paso Cinco, me enseñó que perdonar es el paso previo para tener buenos sentimientos hacía mí, es el comienzo de un camino que puede llegar a que me quiera, al amor a mí mismo. En este Paso Ocho, El Programa me pone otra vez en un camino por el que para conseguir reparar, poder llegar a tener relaciones sanas y afectuosas, me pide que debo perdonar. Pero para esto no me vale con haberme perdonado a mí mismo, para lograr reparar necesito liberarme de los resentimientos y esto solo lo he conseguido logrando estar a gusto conmigo, con mi vida, solo así podré perdonar a los demás. Antes de perdonar necesito haberme creado, en el próximo paso nueve, una nueva vida, una que me guste. El camino del perdón a los demás es largo, requiere haber hecho un séptimo paso lo suficiente liberador como para que mis defectos de carácter no me impidan tener relaciones sanas y afectuosas, posiblemente no con las personas que tengo que reparar, sino con otras que me permitan junto a ellas crearme una vida mejor. Para perdonar necesito crearme una buena vida. Desde esa posición, en la que me encuentro más satisfecho con la vida, es cuando los buenos sentimientos comienzan a ser un hábito en mi vida, es cuando puedo ser más generoso con los demás, perdonar. Necesito aprender a relacionarme, aportar cosas que valoren los demás. Ir perdiendo en egoísmo, ganando en generosidad, me acerca a la buena vida.
