Paso Diez V, Paso Uno III

En este Paso Uno comencé el camino de la aceptación; me enseñaron que era necesario comenzarlo porque solo andándolo podría aceptarme a mí mismo, y solo así podría, después, aceptar a los demás, a todo. Tuve que aprender que no me vale la razón, tener razón, si con ella pierdo la capacidad de aceptar. Hoy, después de muchas 24 horas, estoy disfrutando de lo que me prometió El Programa; he conseguido, en general, aceptarme, aceptar a los demás, las cosas que pasan, todo. Al tocar fondo y dar el Primer Paso tuve la experiencia de poder derrotarme ante la adición; esta derrota no solo conllevaba la aceptación, sino algo más, consiguió una transformación personal, necesaria para que no volviera a caer en ella. En los siguientes pasos las mejoras personales que he logrado han sido progresivas, lentas. Con el tiempo he podido liberarme de una forma de ver las cosas, en términos de todo o nada, pensamientos que me llevaban a sufrir sin necesidad. Ahora, que sufro menos, que he recuperado parte de mi sano juicio, cuando me veo dentro del dolor, unos pensamientos nuevos aparecen, necesito hacer algo para afrontar esa situación, hacerme mejor para dejar de sufrir, poner en práctica lo que me han enseñado, aceptar y practicar la humildad. El Paso Uno me ha llevado a ver que el camino de la buena vida es muy estrecho, y cuando me salgo El Programa me ayuda, a través del sufrimiento y del sano juicio, a volver a él. Este Paso Uno me enseña que el valor de la derrota es el camino para sufrir menos, para tener una buena vida.