Paso Diez VI, Paso Uno IV

Lo que me ha pasado en este primer paso lo podría llamar milagro. Al derrotarme, dejo de luchar, y me libero de la obsesión adictiva. El primer paso me señaló el camino de la buena vida. Pudo utilizar mi experiencia de tocar fondo en una derrota que logró transformarme personalmente. A través de los compartires, de mis compañeros de grupo, fui dándome cuenta de la enfermedad que tengo, y del sufrimiento que causaba con sus manifestaciones. Estuve en este paso dos años. Durante el primero aprendí de todos mis compañeros, intenté hacer lo que me sugerían, asistí a las reuniones varias veces por semana, cogí un servicio para ayudar con la literatura, todo me valía, mi vida cobraba sentido, comencé a recuperar la autoestima. En el segundo año comencé a darme cuenta de que, aunque ya no caía en la adicción, no me encontraba bien conmigo, con mi vida. Las personas de mis círculos seguían como antes, estaba con ellos pero ya no me sentía integrado; yo era, para ellos, el que no tomaba. Buscaba compañía en los grupos, pero me seguía sintiendo solo. Me creía en posesión de la verdad, intentaba hacer ver a los demás lo que yo veía. Me fui marginando, comencé a sentirme raro. Volvieron las ganas de huir de mí, pero esta vez no tenía ninguna adicción que me ayudara. Lo que estaba viviendo no me gustaba; estuve pensando volver a mi antigua vida; hasta que alguien del grupo se dio cuenta y me dijo que debía de dar el segundo paso. Le estaré eternamente agradecido, no creo que me haya pasado nada mejor en mi vida. Desde entonces no he dejado de andar, salirme, para volver al camino de la buena vida.