Paso Nueve XXXIII, preocupación

Cuando estoy preocupado por el temor a que me rechacen o acepten, me tenso; mis comportamientos son antinaturales, no puedo ser creativo porque mi atención está preocupada con el temor; mis respuestas no pueden ser buenas, no consigo dar una sensación de que estoy en la conversación sino que estoy como en otra cosa; realmente es cierto, mis pensamientos, inconscientes, están preocupados por lo que opinen los demás de mí. Es cuando me dejo fluir con las situaciones, con las personas, notando cuándo se manifiestan mis defectos de carácter para derrotarme ante ellos, sin querer ser ni más ni menos de lo que soy, imperfecto, sin aparentar, entregarme a los demás reconociéndome en ellos, en su humanidad, manifestar las emociones que más trabajo me cuestan, las que mejor me sientan, el afecto, el amor. El temor es la emoción que impide manifestarse a mi mejor parte, pero no es el tipo de temor que hace caso a mi sano juicio, el que me dice lo que me hace daño, sino el temor a lo que piensen los demás de mí. Dar a los demás la oportunidad de que me conozcan, de que sientan mi afecto, mi amor, yo sentir el suyo. Al estar afectado, en las relaciones con los demás, por la emoción del temor, mis pensamientos están como preocupados, no me dejo fluir. En esas relaciones me encuentro más incómodo o triste, no dejo salir mi parte más creativa, intuitiva y cercana, la que necesito para relacionarme. Evitar las preocupaciones cuando estoy con los demás me permite acercarme a la buena vida.