De niño mi estado natural era ser auténtico, amoroso, soñador. Podía vivir el momento sin preocupaciones. Mis deseos eran los naturales para poder vivir. Era la situación más parecida a estar libre de deseos; la vivía sin darme cuenta, con alegría. Con el paso de los días he ido llenándome de deseos, unos más tóxicos que otros, para ir perdiendo mi libertad, para acabar por estar sujeto a ellos. Al igual que de pequeño no fumaba, aprendí a fumar, de mayor he tenido que hacer un difícil trabajo personal para volver a vivir sin fumar. Veo cómo en mi niñez es donde más libre de deseos he sido. A través de ir viendo en las personas que me rodean cosas, que he ido interiorizándolas, para darles el valor de que sin ellas no seré feliz. De niño era feliz sin esto, hasta que alguien me hace ver que sin eso no puedo estar del todo feliz, aquí aparece mi primer deseo. Era feliz con mi cochecito hasta que alguien me hace ver que sin el cochecito con pilas no puedo estar totalmente feliz. La ambición, querer ser más, querer tener más, más dinero, más poder, más sensualidad, más fama, la creencia de que de esta manera voy a encontrar la felicidad, ha sido falsa. El Programa me va enseñando que el camino para el bienestar lo tengo que encontrar dentro de mí. Nada de lo exterior me hará feliz sino me encuentro a gusto en mi cuerpo, en mi mente; sino tengo una buena relación conmigo, con mi familia, amigos, con las personas cercanas, con todos. Liberarme de deseos me acerca a la buena vida.
