Paso Once LXVII, mi niño interior XV

La palabra como valor sagrado, es el 4º precepto del budismo.
La palabra puede causar felicidad o sufrimiento. Hablar desde el amor, con palabras afectuosas, veraces, que sumen, que construyan, que unan, me acerca más a los demás.

El problema es que para que pueda hablar desde el amor, necesito primero sentirlo por mi.
Podría intentar educarme a decir las palabras que unen pero si mi estado es de sufrimiento, sonarían falsas. Por eso el camino para lograr decir palabras desde el amor es primero calmar mi sufrimiento. Para esto tengo varios caminos, y uno de ellos es el de conectar con mi niño interior.
Al hacer la meditación, llevando la atención, al inspirar, a mi niño de cinco años, y al expirar sonrío a mi niño de cinco años, voy sanando el vacío que comencé a llenar con todo tipo de cosas tóxicas, sustancias, personas, comportamientos, y otros. Con la práctica de esta meditación voy sintiéndome mejor conmigo y al reducir el sufrimiento me van saliendo más palabras desde el amor.
Mi experiencia es que no basta con saber lo que tengo que hacer o decir, no basta con entrenarme en los preceptos, lo que necesito es mi propia transformación para liberarme de lo que durante muchos años se ha convertido en una cadena que me tenía atado.
Podría entrenarme en saber cuando es mejor no decir algo, que decirlo, pero lo que me está diciendo este cuarto precepto es que de lo que debo de liberarme es de mi impaciencia.
Por mucho que sepa la teoría, si sigo encadenado a la impaciencia, caeré una y otra vez en decir cosas, en ese momento, que no debería de haberlas dicho, y que habría sido mejor esperar al momento adecuado.
Para esto la meditación es una gran ayuda, ya que me permite estar más calmado y no reaccionar de forma tan impulsiva.

 

Entradas