El temor es el origen de mis defectos de carácter, según voy creciendo me van apareciendo diferentes temores.
Uno de ellos es el que los demás no me quieran como soy; este temor es fruto de ver que hay otros niños que son más aceptados y queridos por los demás, y este temor a que no me quieran hace que comience a manifestar el defecto de carácter de la envidia, de ser como los demás para que me quieran más. No es que yo fuera un niño introvertido y sin amigos, es que no me valían los que tenía y quería que me quisieran más. En este defecto puedo ver como la ambición me lleva a querer ser más para tener más amigos.
Otro temor que me apareció de niño es al abandono, por este temor fui creando los celos, me fui volviendo más egoísta con las personas que quería.
El temor a que no se haga lo que yo quiero dio origen a la ira, lo que me llevo a perder la razón, aunque la llevara.
El temor a no controlar lo que pasaba en mi vida me llevó a la desconfianza.
El temor a no conseguir lo que me proponía hizo que la impaciencia se fuera asentando como uno de mis fuertes defectos de carácter.
Perder el temor me ayuda a liberarme de los comportamientos que hacen daño, a mí y a los demás.
El temor es una de las mayores consecuencias de todos los males, y una de las cosas que más me ayuda a perder el temor es el consumo consciente. Poner un vigilante en cada sentido para filtrar lo que entra por mis ojos, TV, prensa, etc.; por mis oídos, como la radio, las conversaciones de críticas, de quejas, etc.. Sino alimento el temor, impidiendo que entren por mis sentidos cosas que me crean temor, puedo liberarme de muchos de mis comportamientos dañinos.
