Paso Once LXXXII, mi niño interior XXII

Desde que entre en El Programa de los Doce Pasos me he ido haciendo más libre, en el primer paso fue de las sustancias tóxicas, alcohol, tabaco, y otras; del segundo al séptimo paso han sido de los defectos de carácter que más daño hacían, a mí y a los demás, estas liberaciones me llevaron muchos años de perseverancia para ir consiguiendo no manifestarlos, en el octavo y noveno de los temores a los demás; en el décimo paso del sufrimiento inútil, ese que depende de mí para dejar de sufrir; y en este Paso Once sé que estoy en el camino de lo que es la verdadera libertad, la del pensamiento. Veo que he mejorado pero intuyo que será un camino muy largo. Como siempre la entrada a esta nueva libertad es a través de mi cuerpo, para poder llegar a mi mente. Para esto me ayuda cuidar a mi niño interior, poner un guardián en mis sentidos para no dejar pasar lo tóxico. Al tener menos estímulos externos me resulta más fácil llevar mi atención a mi cuerpo, reconciliarme con él, cuidarlo, amarlo. En mi cuerpo puedo llevar la atención a mi respiración y de esta manera dejo de pensar y vuelvo al momento presente, el único momento en el que puedo salir de mi infierno y entrar en el paraíso. Solo en el momento presente puedo ser feliz, si mis pensamientos están en la tensión, en el sufrimiento, en los proyectos, preocupaciones, en el pasado o en el futuro, no puedo ser feliz. Soy consciente de que hay un infierno y un paraíso y mucho depende de mi el estar en uno o en otro.