Hasta ahora no quería ver el daño que me causaron mis padres. El temor a no saber gestionar esos sentimientos, a verles culpables de muchos de mis comportamientos dañinos hizo que mirara para otra parte. He tenido que llegar hasta aquí para superar ese temor y comenzar a verme de niño. Comienzo a recordar cosas olvidadas, a reconocer el motivo por el que me comporto como me comporto. Veo su parte de culpa, también veo que ellos lo han hecho lo mejor que han sabido. Mis padres también fueron niños que sufrieron los comportamientos de sus padres y han tenido que vivir con ello. Ahora tengo una oportunidad, gracias al Programa y al grupo, voy a poder profundizar en mi niñez para intentar sanar las heridas mal curadas. Al llegar a este Paso Once he podido reconciliarme con toda mi familia, y ahora veo a mi padre en mis hermanos y eso me da una nueva sensación, la de poder volver a disfrutar de mi padre. También veo cada vez más a mi padre en mi, me reconozco en él, como también en mi madre. Sus defectos de carácter son mis defectos de carácter, con la diferencia de que yo estoy intentando transformarlos, dejar de manifestarlos. Esos defectos de carácter vienen desde muy atrás en mi ascendencia y los han ido traspasando de unos a otros. Es como un legado que ha venido pasando de generación a la siguiente generación, y sin poder evitarlo nos ha ido haciendo daño. Lo bueno es que con El Programa y con el grupo quizás pueda evitar que siga pasando a la siguiente generación mía. Todavía es pronto para lanzarme a sacar las heridas, me basta con saber que las tengo, ahora comienza mi camino para saber cuáles son, cómo se han producido, qué consecuencias han tenido, y sobre todo perdonar a mis padres porque ellos mismos también las han padecido. Siento que yo puedo contribuir a liberarnos de ese legado dañino. Espero que este camino no me provoque resentimientos olvidados, y que con ellos empeore la relación con mi madre; espero, con la ayuda del grupo, poder ser comprensivo para poder perdonar. El Programa me da la confianza de que podré; el riesgo de tener conflictos, de que la relación con mi madre se perjudique, se compensa si con ello logro vivir con las heridas curadas. Al verlo de esta manera puedo ser más comprensivo con mis padres, ya que ellos no tienen la culpa de un legado que les han pasado, al igual que le pasaron la parte física también sus padres les pasaron lo bueno y lo malo del carácter. Es una buena forma de no ver culpables sino solo cosas a transformar, a dejar de manifestar. Para poder amar necesito conocer, comprender; al igual que lo he tenido que hacer conmigo en el paso cuatro, aquí necesito hacerlo con mis padres. Creo que el motivo de que aborde en el Paso Once las heridas que tengo todavía de mi niñez es que hay unas personas, mis padres, que me las han causado; por eso necesito estar preparado para comprender, perdonar, amarles. Hasta este paso me bastaba con saber cuáles eran mis defectos de carácter para derrotarme ante ellos y así poder liberarme. Ahora afronto conocer su origen, lo que los provocó. Entiendo que no nací con ellos sino que los padecí, y los aprendí, para que fuesen formando parte de mi carácter. Ahora voy mirar a ese niño, con todo el afecto del que sea capaz.
