Paso Once VI, mi niño interior I

Llevo unos días disfrutando de verme cómo era con más o menos cinco años. Tengo buenos recuerdos, no sé si se ajustan a la realidad, pero con esa edad me veo alegre, tranquilo, obediente, sintiéndome querido, disfrutando de las personas con las que estaba. Sin embargo tuve que sufrir para entrar en la crisis que fue el origen de mi desviación hacia la comida, el primer refugio, después vinieron otros refugios más tóxicos, personas, sustancias; tuve que sufrir hasta llegar a tocar el fondo que me hizo despertar. La forma que tengo ahora de recorrer el camino para conectar con mi niño interior, no será reviviendo los malos momentos, sino teniendo una forma de comportarme con él, atenta, afectuosa, cercana, más intensa, ayudándole a superar el abandono, sus miedos, invitándole a vivir la buena vida conmigo. Después espero poder ver el origen del conflicto para poder sanarlo. No tengo porque sufrir más de lo necesario. Revivir la crisis no aporta nada, es sufrir sin necesidad. Ahora lo que necesito es recuperar, a ese niño al que abandoné, con una relación sana y afectuosa. Después, al igual que hice en el Paso Noveno, podré reparar el daño que le he causado. Si por un lado comprendo y libro de culpas a mis padres; y por otro lado me acerco de forma sana a mi niño interior, entonces puedo creer que es posible reconciliarme más conmigo, tener una mejor relación con mi cuerpo, con mis emociones. La meditación me ayuda a adquirir el hábito de la vida consciente para mejorar mi sano juicio; pensar, decir, hacer cosas que me convienen.