Llevo varios días conectando con mi niño interior. Me he puesto una foto pequeña, en una esquina como fondo de pantalla del ordenador, con más o menos cinco años; hacia ella me vienen sentimientos de cariño por el niño al que abandoné para intentar conseguir éxito con los demás. Ahora estoy reparando con él. La forma en cómo lo hago es trayéndole conmigo, cuando estoy caminando, cuando salgo a la montaña, cuando lo visualizo para darme cuenta de lo que quiero a ese niño; lo llevo de la mano y me siento muy a gusto con él. Esta forma de conectar con él me está ayudando a cada vez que vuelvo a huir de mí, como un hábito adquirido de hace muchos años, puedo volver a verme como ese niño con el que me siento identificado. Lo que logro así es volver de inmediato a mí, vuelvo a conectar conmigo a través de él. Este niño, que soy yo, me está ayudando a estar más a gusto conmigo, con él. Hace que tenga mejores sentimientos, me ayuda a ver las cosas con otros ojos, más amorosos. Conectar con él me trae a la memoria cómo era de pequeño, y me gusta lo que veo. Ha sido un descubrimiento verme de niño, poder ofrecerle seguridad, compañía, cariño, palabras que le hagan sentirse querido. Abrazarle, consolarle por sus inseguridades, por sus miedos, poder darle el amor de que no será abandonado, que estaré con él en todo momento, ahora que ya soy adulto le ofrezco todo lo que necesita para que se sienta seguro, querido, para que pueda dormir tranquilo. Conectar con mi niño interior me acerca a la buena vida.
