En este paso he llegado a un cruce de caminos; conectar con mi niño interior, aprender cosas sobre el Dharma dentro de un grupo, ir a meditar con un grupo ya formado, formar un nuevo grupo de Paso Doce. Necesito encontrar el sano juicio para saber cuál es el que más me conviene. Necesito conectar con un grupo de personas con las que compartir la meditación, disfrutar de los beneficios de tener influencia en mis pensamientos, evitar los negativos, fomentar los positivos, mejorar al no reaccionar enseguida ante los estímulos externos, mantenerme más calmado durante el día, dormir mejor al evitar dejarme llevar por los pensamientos, andar sintiéndome más a gusto conmigo, sentir más energía, trabajar sin dejarme llevar por la impaciencia, por el stress, una enfermedad de que he logrado salir, sentir mi cuerpo más relajado, mis ojos, mi cara, a respirar mejor, a relacionarme con mi parte más auténtica, mi niño interior, a conectar mejor con los demás. Pero a pesar de todos estos beneficios, siento que hay algo que me frena para entrar en una comunidad budista donde tienen un estilo de vida lejos de la manera en la que me he educado. Hay algo que me atrae de ella, una nueva forma de vivir, una salida del callejón sin salida al que siento que se dirige nuestra sociedad en su conjunto, cada vez menos gente tiene más, más gente tiene menos. Hasta cuándo podrá aguantar el sistema. La meditación me acerca a la buena vida.
