Paso Once XIII, cuerpo

La meditación me está enseñando que para poder tener mis emociones tranquilas primero necesito tranquilizar mi cuerpo. Si estoy nervioso o cansado, la forma en cómo me manifiesto está alterada por mi cuerpo; lo que digo, lo que hago, mi mirada está distorsionada, no es empática, es grosera, conflictiva. La meditación me enseña primero a darme cuenta, poder buscar en mi interior la tranquilidad, unas veces en el mismo sitio donde estoy, sin intervenir en la situación; otras abandonando el sitio para recuperarme. La meditación me enseña que primero tengo que tranquilizar mi cuerpo para tener mis emociones tranquilas. No es posible tener mi mente en calma si mi cuerpo está tenso o cansado. La forma en cómo estoy trabajando esto es prestando atención a mi respiración. El sonido de la campana me recuerda que debo prestar atención a mi respiración. Una App en el móvil me lo recuerda cada 15 minutos, y aunque muchas veces no oigo su campana, ella me ayuda a que con la respiración lleve mi mente a mi cuerpo para tranquilizarlo. Durante el día también presto atención a la respiración cada vez que puedo y me acuerdo, esperando en la parada del autobús, en la tienda, en el banco, donde sea; esos momentos son buenos para, a través de prestar atención a la respiración, tranquilizar mi cuerpo; de esta manera tranquilizo mis emociones. Otra manera de prestar atención a mi cuerpo, a través de la respiración, es cuando hago cosas en el trabajo, en casa, cuando camino. Poder calmar mi cuerpo, con la respiración, me permite calmar mis emociones; me acerca a la buena vida.