Cuando protesto enfadado, al primero que me agredo es a mí mismo. Sin tener que llegar al conflicto, con la sola actitud de enfadarme, sin tan siquiera gritar, el mero hecho de enfadarme es algo que me perjudica. Todo lo malo que hago hacía el otro, al primero que lo hago, es a mí mismo. No se trata de no responder ante lo que considero un agravio, de una persona particular, de una persona que representa a una empresa, de cualquiera, de lo que se trata es de poder contestar sin perjudicarme, más de lo que ya pudiera estar perjudicado. No se trata de satisfacer a mi ego reaccionando con la misma energía que estoy padeciendo; de lo que se trata es de que los comportamientos hacía mí sean amorosos; lo que diga, lo que haga al otro me lo estoy diciendo, haciendo a mí mismo; se trata de que esos comportamientos que tengo hacía esa persona no me perjudiquen. No es cuestión de tratar mejor a esa persona, lo importante es primero tratarme bien a mí, para después poder tratar bien a esa persona. Lamentablemente no me he ayudado, en mi juventud, a tener una estabilidad emocional, y esa a sido mi tarea desde que comencé en este Programa de Doce Pasos. Veo cómo lo estoy consiguiendo, a la vez que veo que hay déficits; cosas que a una persona sana no harían tanto daño, yo me siento más vulnerable a recaer en viejos patrones. Ser mas vulnerable, creo que este es el precio que me toca pagar. No enfadarme me acerca a la buena vida.
