Paso Once XVIII, yo de niño

Conectar con mi parte infantil. Cada vez que me miro al espejo tengo una oportunidad de conectar conmigo cuando era pequeño, imaginar mi cara de pequeño sobre la mía de mayor; en ese momento mis sentimientos son buenos, amorosos; veo que aunque ahora tenga esta cara, también tengo la otra, la de pequeño. Siento que está en mí, que aunque haya ido cumpliendo años, todavía soy también ese niño pequeño que es alegre, soñador, obediente, cariñoso, honesto, buena persona, amoroso. Al verme en el espejo así, mis sentimientos son fraternales, me miro con cariño, con amor; veo que ese niño también soy yo, ahora, de mayor. Comienzo a ser consciente de que al conectar con mi niño interior, una de las cosas que suceden es que me vienen sentimientos de amor hacia mí mismo. Veo que es una muy buena manera de mejorar el amor que siento por mí. Al poder visualizarme de niño, siento amor por mí. Con esto refuerzo mis sentimientos amorosos, ya no solo conmigo, sino que a través de ellos consigo amar más a las personas cercanas, a los demás. La gran ventaja de conectar con mi parte infantil es que aprendo a amar más. El Programa de los Doce Pasos vuelve a regalarme otra manera de amar, de amarme, de amar a los demás. A través de mejorar el contacto con mi Poder Superior, con mi parte más autentica, más noble, más amorosa, consigo, yo también, llenarme de todas ellas, me hace estar más integrado, sentirme más parte de la Naturaleza, desde una posición más amorosa. Conectar con mi parte infantil me acerca a la buena vida.