Este Paso Once me está haciendo sentir una nueva sensación de soledad. Al estar más en contacto conmigo también me noto más tiempo en soledad, pero sin embargo me siento bien. La compañía que me proporciona este Paso Once no es la que me proporcionaba el Paso Nueve, con los demás; en este Paso Once me pide que conecte conmigo mismo, de una manera más profunda, durante más tiempo. La soledad se convierte en un referente en este Paso Once. Una soledad que necesito para poder encontrar, a través de mi niño interior, mi verdadero yo. Ahora ya he dejado de sentirme extraño. No sabía cómo manejar ese sentimiento de soledad al que me estaba llevando este Paso Once, estaba desconcertado; por un lado me sentía bien, por otro creía que necesitaba a los demás y que si no los tenía no podría estar bien. Este Paso Once me enseña a vivir con mi propia soledad, pero no una obligada, impuesta, sino buscada, donde yo elijo estar a solas conmigo para disfrutar de mí, para, a través de los sentidos, percibir el mundo con más detalle, los colores, las formas, los olores, los sonidos, la brisa del viento, las formas de las nubes, el azul del cielo, la vegetación, las personas, los animales, la percepción de estar vivo, de estar aquí. Esta es otra soledad más reconfortante. En esta soledad busco la conexión mayor con mi parte más íntima, más auténtica, más amorosa, busco mayor conexión con mi Poder Superior, ese que me ayuda a conseguir más sano juicio. En este Paso Once me libero del temor a la soledad, ya tengo un compañero del que nunca querré separarme, mi niño interior. Conectar más conmigo, con mi niño interior, me acerca a la buena vida.
