Veo cómo cuando pierdo los nervios, digo, hago cosas que crean malestar, primero en mí, después en los demás. Cada cosa que se suma, en ese momento, va incrementando mi estado de agitación, comienzo a perder el equilibrio emocional; lo que pasa, lo que dicen los demás me altera más; se me nota en la cara, en los ojos, en los gestos, no lo puedo disimular, los demás se hacen conscientes de mi estado. Esto mismo antes me llevaba al conflicto. Ahora puedo estar mal, hacer estar mal a los cercanos sin llegar al enfrentamiento. Mi sentimiento de valor disminuye, mi autoestima baja. A pesar de que he mejorado mucho, he creído que con ciertas prácticas son suficientes para mantener el equilibrio todo el día, todos los días. Veo que no es así, que necesito ir más allá en la práctica para mantener un estado de equilibrio. Después de mis meditaciones, de media hora, a primera hora de la mañana y de la tarde, salgo con un estado de equilibrio, que según va pasando el tiempo lo voy perdiendo. Es como tomar una tila, durante un tiempo me ayuda a tranquilizarme, después su efecto desaparece. En este caso son las emociones, las que cuando aparecen me producen desequilibrios. Para mantener un equilibrio todo el día lo que necesito es practicar durante todo el día, es decir, hacer paradas de un momento cada quince minutos, con una campana gong que suena en el móvil, para que me recuerde que, para estar bien todo el día, necesito parar, cada quince minutos, un momento para estar bien todo el día. De esta manera estoy conectado todo el día a una práctica de equilibrio emocional, que se basa en prestar atención a mi respiración. Volver a mi cuerpo un momento cada quince minutos. No solo me viene bien llevar la meditación, mindfulness, a las cosas cotidianas, andar, ir a comprar, recoger la cocina, lo que sea, sino que necesito algo más; una práctica constante de llevar la atención a mi cuerpo a través de la respiración, sentir cómo entra y sale el aire de mi cuerpo. Esto podría parecer que me quita tiempo, pero es lo contrario, el tiempo que tengo de vida lo vivo más, mejor. La práctica constante durante el día me acerca a la buena vida.
