Séptima tradición

El sano juicio en toda su expresión. “Cada grupo debe mantenerse a sí mismo, negándose a recibir contribuciones de fuera”. Tomar conciencia de que la ambición a tener más me lleva a una actitud constante de querer más y después más, sé que no hay final. Traicionarme, a mí mismo, por el precio de conseguir más; engañarme al justificar acciones para conseguir un determinado fin; que equivocado estaba, este comportamiento me llevó a la soledad, ahora veo que la ambición que sale de mi sano juicio nada tiene que ver con eso, esta nueva ambición se sustenta en trabajar para ser mejor, tener mis necesidades básicas cubiertas, en disfrutar de algunos placeres y poder compartirlos con los demás. Está basada en la prudencia, no dejándome llevar por proyectos o iniciativas que me hacen perder libertad ante lo que me conviene. No sentirme presionado por conseguir más dinero, más poder, más prestigio. He tenido que superar la angustia que me producía el temor al futuro para recuperar el sano juicio. Disfrutar más de la vida, del solo por hoy, sentir que de mí depende gran parte de mi felicidad y que esta no pasa por acumular sino por hacerme mejor persona y compartir lo que soy con otros. Esta tradición me enseña el valor de no hacer lo que quiero sino lo que me conviene, me ayuda a seguir buscando la buena vida.